viernes, 30 de enero de 2009

Súpers

Ir a cualquier supermercado tiene algo de experiencia de recolección- depredación. El substrato antropológico del consumo es la caza. Siempre me he preguntado por qué en algunos supermercados la sensación de competitividad, de lucha por la pieza, se agudizaba hasta llegar a conatos de auténtica violencia, mientras que en otros ésta quedaba atenuada, hasta hacerse prácticamente indetectable. Lidl versus Corte Inglés, por ejemplo. La perfecta ordenación de los productos en los estantes, la disposición estructurada de los objetos susceptibles de consumo pretende minimizar esta sensación de competitividad, al tiempo que replican estructuralmente el agrupamiento de las piezas de caza o la fruta en la selva o la sabana. Todos hemos experimentado la incomodidad de aguardar a que un cliente se retire del stand de un producto que nos interesa, el deseo de abalanzarnos sobre él pasando por encima de nuestro 'competidor' encarnado en ese depredador perfectamente adaptado al medio conocido como 'ama de casa'. En la cola que lleva a las cajas lo que nos molesta no es tanto el tiempo perdido, sino la sospecha de que ése que se nos adelantó en la caja de al lado llegará antes con su mercancía para asegurar el éxito de su prole.

miércoles, 28 de enero de 2009

Sí-no-sí-no-ci-lla

Estos días de presentaciones y de entrevistas a propósito del 'Nuevo talento FNAC' había una pregunta que se repetía de manera casi unánime en boca de los circunstanciales entrevistadores, y que aproximadamente podría resumir con el siguiente enunciado (añadan de fondo a estas palabras el rostro del periodista, incapaz de disimular su suspicacia):

¿Considera que este libro entronca con esa nueva corriente narrativa llamada -a veces, preventivamente, omitían el nombre- 'Generación Nocilla'?

La pregunta llegó a hacerse previsible, con las ventajas que tienen las cosas previsibles, y es que uno puede tener preparado un speech para largarlo en el momento oportuno. Mi respuesta, más o menos, siempre iba en el mismo sentido: que mi relación con esa generación (si es que existe) se daba más en términos de intersección que de pertenencia, que a mí lo de pertenecer nunca me ha hecho demasiada gracia y que no me siento cómodo dentro de ninguna camarilla, porque si hay un tipo que rechace el espíritu gregario ése soy yo. Pero claro, a continuación, y si tenía tiempo, largaba acerca de lo muy interesantes y estimulantes (cojonudas, era lo que me apetecía decir) que me resultaban las obras de algunos de los autores englobados bajo dicha etiqueta. Y que más que participar de determinada nomenclatura lo que creía que compartíamos era una manera de situarnos en un terreno fronterizo donde convergían diversos lenguajes, de no considerarnos estrictamente 'literatos' (y aquí ya hablaba en clave exclusivamente personal), del mismo modo que no me siento estrictamente 'matemático' ni 'poeta', porque no creo en la autonomía de ningún lenguaje, ni siquiera del literario. Al final, por supuesto, lograba confundir al entrevistador, de manera que nada de lo que había contado aparecía luego en la edición impresa.

Lo que sí me ha quedado claro, al menos, es que dentro de la literatura, digamos, 'joven', hay una serie de autores que han logrado delimitar una parcela, una linde que parece demarcar un adentro y un afuera; y eso no es malo, sino todo lo contrario. La literatura es un sistema dinámico, donde lo que antes era periferia puede llegar a ocupar el centro. Al menos ahora hay una pluralidad de 'modelos' literarios enfrentados (no nos engañemos, todo en esta vida es un polemos o -como diría Nietzsche- una voluntad de poder), mientras que antes de la así llamada GN había un modelo más o menos único en el que pululaban honrosas excepciones (Vila-Matas, Juan Goytisolo, Julián Ríos, Miguel Espinosa...), pero excepciones, al fin y a la postre. Estoy convencido, ahora que empieza a estar de moda poner a caldo a algunos de sus exponentes, que la GN ha sido y es una de las mejores cosas que le ha pasado a la literatura española (prosa y poesía) de los últimos años. Mi opinión personal es que en su centro y en su periferia (incluyo aquí aledaños 'afterpop' y 'mutantes') se han generado obras que perdurarán y que han cambiado la manera de ver las cosas (la literatura, en particular). Y si no, al menos, servirá para que otros tomen posiciones, desde la proximidad hasta la absoluta oposición. Y allá cada cual.

lunes, 26 de enero de 2009

En el 'Sur', de Málaga

Y no podía dejar de lado esta otra de Juan Francisco Ferré, que me honra particularmente. Y paro, antes de empezar a ponerme pesaíto.

Ya conocíamos a Javier Moreno (Murcia, 1972) como poeta. Había publicado en 2006 un poemario imprescindible, 'Cortes publicitarios'. Desde la poesía, Moreno estaba contribuyendo (como Agustín Fernández Mallo, Vicente Luis Mora o Manuel Vilas) a la definición de una nueva sensibilidad literaria que no podía tardar, como se ha visto, en producir sus efectos sobre una narrativa española en pleno proceso de mutación y renovación estética. Una narrativa innovadora que asumiría los nuevos formatos y referentes culturales, así como la impureza tecnológica y audiovisual de la sociedad de consumo, sin renunciar a las exigencias y ambiciones de la modernidad artística.
'Click' es producto de un novelista que se deja contagiar por los lenguajes de la filosofía y de la ciencia para describir un mundo que dista de ser 'confortable'. En el margen de error delimitado por el uso de esta metáfora, como un desliz del lenguaje y la inteligencia, es donde inscribe Moreno el dispositivo de esta novela cuántica en la que todo lo que ocurre está sometido al «principio de incertidumbre», incluido el narrador y protagonista, aquejado de indefinición existencial.
De este modo, 'Click' se organiza como la narración en primera persona de la experiencia singular de un don nadie, valga la paradoja, un tal Quisque Serezádez que en su nombre híbrido cifra los rasgos principales de su problemática identidad: el hombre cualquiera (el «hombre sin atributos») y la gran cuentista oriental, la embaucadora número uno de la historia, que difiere su muerte y la de otras congéneres con un gesto de fabulación interminable. Y en esta inversión del gesto narrativo fundacional radica el núcleo duro de la novela: Quisque cuenta su tragicómica historia jugando a la ruleta rusa contra sí mismo y aplazando, con cada 'gatillazo' de la pistola que apoya en la sien como una apuesta contra el azar, su muerte al infinito. Es esta dilatada sentencia de muerte la que autoriza, con su ejecución inminente, todos los caprichos y artificios novelescos puestos en juego en el texto, en especial los anacronismos y las digresiones sin cuento.
Como sus predecesores literarios (Tristram Shandy o Brás Cubas, entre los clásicos), el narrador de Moreno pretende poner a prueba los fundamentos de la realidad a partir de una investigación filosófica no exenta de humor, afín a la experiencia «patafísica» propugnada por Alfred Jarry. Como hombre de su tiempo, Quisque se dedica a la estadística, es decir, a la ciencia que reduce la vida a los parámetros de lo probable y normal, lo homogéneo y rutinario. Mientras como fabulador subjetivo practica la ciencia de lo anómalo e improbable, lo excepcional y único.
En este sentido, no debería extrañarnos que 'Click' sea también una novela amorosa. Sin dejar de apretar el gatillo cada vez, en un desafío tanático digno de un gran seductor desesperado, el narrador nos presenta una galería de nueve mujeres fascinantes (un parnaso erotizado) con las que mantuvo relaciones antes de caer por accidente en ese estado de postración rememorativa.
En cualquier caso, el clic de la pistola y el clic del ratón que construye el discurso cibernético de la novela se confunden con otros 'clics' (la onomatopeya distintiva de la era digital), como el de la máquina fotográfica con la que el protagonista pretende atrapar la belleza obsesiva y contingente de las mujeres.
Es gracias a este deseo imposible de fijar la belleza como el narrador acaba descubriendo, al fotografiar desnuda a la última de sus musas vitales (Alicia, una actriz de cine), el principio de simulación que rige la realidad. La belleza es un simulacro, el signo sensible de que la realidad es pura superficie, apariencia sin trascendencia. Desde una perspectiva femenina, es irónico en grado extremo que esta revelación fundamental sancione la muerte del narrador masculino y de toda una idea trasnochada de la cultura.
Como declara Quisque poco antes de que el último clic se transforme en el 'bang' que cierra la trama: «Constato que la belleza ha de ser una especie de inteligencia pues en tu cuerpo se cifra y encarna la más admirativa de las retóricas». Esta idea condensa con ingenio la estética neobarroca de toda novela mutante.

domingo, 25 de enero de 2009

'Click' en Público

He aquí la reseña de Click en Público, el sábado 24, por Paul Viejo:

jueves, 22 de enero de 2009

Acabado en diamante

Se ha hecho esperar, pero por fín está aquí:




Más información aquí.

miércoles, 21 de enero de 2009

Carta robada

En La carta robada de Poe cifraba su teodicea y su idea de la justicia. Encontraba en ese relato el origen y, al mismo tiempo, la cura del mal que asolaba el mundo. Estaba convencido de que la raíz de todos los problemas no se escondía en un terreno ultramontano. El hábitat de la conspiración no estaba en lo sórdido; su semilla no fructificaba a la sombra. Muy al contrario. Todo se hacía a plena luz del día. Tanto, que pasaba desapercibido. El mal era luminoso, tan radiante que imponía una visión de gafas ahumadas. Podía estar en cualquier parte, esconderse tras su pasmosa visibilidad. De ahí la estrategia anarquista y escasamente meticulosa que guiaba sus objetivos. Como Simón de Montfort ante los albigenses, hizo suyo el lema 'matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos'. Un estanco, una paloma posada en el alféizar de una ventana, una granja de cerdos, un guijarro perdido en la arena de una playa... Cualquiera podía ser el responsable del caos y la barbarie que imperaba en el mundo. Y él los atacaba con una violencia cargada de esperanza, aguardando, tras la destrucción, el amanecer de un nuevo día, limpio e inocente, como el que habría de suceder a un logrado Apocalipsis.

domingo, 18 de enero de 2009

El augur libros

Bueno, ya pasó lo más duro de la gira 'Nuevo talento'. Fue duro, pero mereció la pena. Gracias a todos los que pasaron por alguna de las presentaciones. Y gracias sobre todo a los presentadores, a Manuel Vilas, a Diego Sánchez Aguilar, a Antonio Aguilar, a Juan Francisco Ferré, a Alejandro Luque... Gracias también a Antón Castro (por sus Borradores), a Jose Antonio Martínez Muñoz (él sabe por qué), a Virginia (por la pieza del monte Fuji), A Camilo (y su pistola de rayos poéticos), a Antonio (deseando estoy verte hacer de Tejero)...

Pero bueno, a lo que venía este post era para felicitarnos por el nacimiento de esta nueva editorial, dirigida y editada por el poeta Óscar Curieses y por Juan Antonio Núñez Cortés. De momento, para empezar, nos dejan estas tres magníficas propuestas, a cuál más interesante. Clásicos contemporáneos y no contemporáneos con una edición cuidada. Los lectores estamos de enhorabueba.



sábado, 10 de enero de 2009

Javier Moreno, hautor de 'Nocilla Dream'

Manuel Vilas me ha puesto en antecedentes de este notición, extraído de El periódico de Aragón, y que parece sacado de su novela 'España':

jueves, 8 de enero de 2009

El cultural

Esto fue el 1 de enero (mal día para fotos), una hora después de llegar de París, en el bar Bukowski:



De izquierda a derecha: Cristina Cerrrada, Peio Riaño, yo mismo, Carlos Salem y Félix Chacón.

Joder, qué raro me veo siempre en las fotos.

martes, 6 de enero de 2009

París (y III)

No sólo guantes. Los interiores de París están sembrados de globos. Miren esta foto, por ejemplo, y fíjense en ese objeto pegado al techo de la segunda arcada.





Sí, es Minnie Mouse, la misma. Esto no es una obra de Anish Kapoor ni estamos en el centro Georges Pompidou. Naturalmente, esto es el Louvre, aunque uno puede fantasear en plan dadaísta con el hecho de que alguien haya encontrado al fin la cabeza de la de Samotracia.

Dos días después, fotografiando la cúpula de las galerías Lafayette me encuentro con esto:



No sé si se verá bien, pero eso que está junto a la clave de bóveda de la cúpula es un Papá Noel. Por debajo que este sustituto irónico de Pantócrator, los enormes globos que representan los planetas y, más abajo, los mortales haciendo sus compras de Navidad. El equivalente de un templo románico de nuestros días.

Les dejo, por último, con otra imagen del Louvre, sin duda sorprendente. Un precedente del cómic de superhéroes:

domingo, 4 de enero de 2009

París II: La guía trotamundos (en busca del tiempo perdido)

En la guía del trotamundos me entero de que Proust pasó su infancia en el número 9 de La Madeleine, precisamente aquí:



Es curioso que Proust sea tan conocido por su madalena y que viviese su infancia en la plaza de 'la madeleine'. ¿Habrá estado todo este tiempo burlándose de nosotros, sus lectores, a través de un simple chiste privado?

En la misma plaza (siempre según la guía) hay unos baños modernistas, capaces de hacer de un apretón un goce estético de primera categoría. Vean lo que les digo:



Imagino al pequeño Proust de vuelta del colegio, deseando hacer pis, y encontrando la puerta de casa cerrada, corriendo hasta estos servicios para aliviarse la vejiga. En el compartimento de al lado hay otro hombre. Puede escuchar el sonido del líquido precipitándose torrencialmente sobre la loza. El pequeño Proust piensa en tormentas y fantásticas gárgolas. No sabe que quien orina junto a él, separados tan sólo por un estrecho muro, es Rimbaud, el poeta.

viernes, 2 de enero de 2009

París 1 (odio et amo)

Odio París porque es una ciudad hecha con reglas
y Boileau nos asalta en cada calle y cada esquina.
Amo París porque la historia ha escombrado en este lugar
toneladas de belleza. Notre Dame, por ejemplo.
A las doce del mediodía el sol sube el contraste
de las vidrieras y miramos arrobados en la pantalla
una teleserie de santos
con banda sonora de órgano, mientras pienso
que en París
todos somos pueblerinos.




París está lleno de guantes perdidos o abandonados o que se han cansado de las manos que los acogían. Guantes suicidados. Como éste, en el interior de Notre Dame:




Si le hubiera hecho una foto a cada guante trouvé ahora dispondría de una colección de cinco fotografías (téngase en cuenta una estancia de cinco días). Guantes en el metro, en las calles, en el aeropuerto, sobre los bolardos... Lo siento por esas cinco manos sin resguardo bajo el frío parisino de diciembre.