jueves, 8 de mayo de 2008

Argumento para un best seller

El héroe busca la Atlántida. Ha encontrado un manuscrito secreto de un explorador que afirma que la antigua civilización prosigue su existencia bajo el casquete polar. Encuentra trabajo en una compañía petrolífera rusa. Viaja al Polo Norte. Realiza prospecciones. Está a punto de ser asesinado por los custodios del secreto, los descendientes de los atlantes. Descubre que el Polo está hueco. Debajo de la cubierta de hielo no hay petróleo. Está la Atlántida. Un mundo hecho de cristal. Firma un pacto con los atlantes. Podrá visitar la Atlántida si renuncia a regresar a la superficie. Recuerda a su amada (hay una amada). Duda. Derrama lágrimas. Acepta, finalmente. Accede a la ciudad. Entra en contacto con los atlantes. Son mujeres, parecidas a Paris Hilton. Humanos, aparentemente. Lo más extraordinario es que viven rodeados de Yorkshire, de docenas y docenas de simpáticos Yorkshire. Miles de Yorkshire, cada uno con un lacito rosa entre las orejas. No existe el sexo en la Atlántida. No se reproducen. No lo necesitan. Son inmortales. Los únicos que se reproducen son los Yorkshire. El héroe echa de menos a su amada. Quiere regresar a su mundo. Le gusta reproducirse. No puedes marcharte, le dicen. Desesperado, secuestra a uno de los Yorkshire. Amenaza con estrangularlo. Entonces, la atlante que más se parece a Paris Hilton negocia con nuestro héroe. De acuerdo, si no le hace daño al animal, podrá marcharse. El Yorkshire salva la vida. El héroe huye. Tras un largo periplo en medio del hielo, a punto de desfallecer, encuentra a otros hombres. Regresa a casa. Allí repite una y otra vez la misma frase: "he visto cosas que nunca creeríais". Efectivamente, nadie le cree.

FIN

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